viernes, 9 de mayo de 2014

Así somos las mujeres de verdad


Por: Marcela Guio Camargo

Cotidianamente,  cuando  se hace referencia  a una mujer existe la tendencia a llamarla por  sus características físicas “la bajita” ” la morenita”  “la gordita” etc. ¿Por qué no llamarla solamente por su nombre?  En el discurso colectivo estamos muy acostumbrados a que  las mujeres seamos identificadas más por atributos físicos que por otras condiciones que nos identifican mejor  respecto a lo que somos, sabemos o estamos en capacidad de hacer. Este es uno de los motivos por los cuales históricamente han pesado más las nominaciones femeninas desde lo corporal (la belleza ideal, la mujer sensual) que nuestros derechos, integridad y capacidades de acción.
 
Normalmente, siempre ha sido más importante el don de la belleza y el mandato de otros sobre nuestros cuerpos,   que  dignificar lo que somos como mujeres  y respetar las formas de vida que  para nosotras valen la pena  vivir. Afortunadamente, en este sentido,  cada día existen  valiosos recursos  y organizaciones públicas, privadas y comunitarias en cada país que trabajan  para sensibilizar a las sociedades y  proponer mejores tratamientos  frente al abordaje de los derechos legítimos y necesidades de las mujeres. Sin embargo, los esfuerzos adicionales nunca sobran, son una responsabilidad permanente de todas y todos. 

Miles de organizaciones en el mundo se empeñan en fortalecer a las mujeres incluso desde los grupos de base. Uno de los principios de esta labor es  trabajar en el empoderamiento de las mujeres y las comunidades, logrando así que haya más  liderazgo por parte de cada una de ellas para replicar estas acciones a sus núcleos sociales, incluso a partir de acciones del día a día que hagan respetar su dignidad e integridad como mujeres (como por ejemplo en cada hogar con sus hijos, hijas y parejas), hasta esfuerzos más técnicos que sirvan para concientizar. Precisamente uno de  los recursos  que son útiles a este último propósito es el cine, por ello en esta oportunidad me quiero referir al cine con visión de mujer.

Hace algún tiempo,  asistí a una de las actividades organizadas por la División de Género y Diversidad del Banco Interamericano de Desarrollo - BID. Allí tuve la oportunidad de ver la película Las mujeres de verdad tienen curvas (2002), dirigida por la  antropóloga y arqueóloga colombiana Patricia Cardoso, protagonizada por la actriz América Ferrera y  realizada en los Estados Unidos. Esta historia trata algunas de las más importantes situaciones que afectan a miles de mujeres  en el mundo: migración, derechos sobre el cuerpo, oportunidades educativas, ejercicio de la libre personalidad, carencias económicas, conflictos generacionales, entre otros  temas importantes  que se plantean con el interés de “hacer ver” los retos cotidianos, los sueños y el potencial  femenino.



Durante la película también se evidencia una fuerte  tensión entre algunos  patrones tradicionales sobre lo que “debe ser” una mujer  –como el matrimonio, la virginidad o el embarazo-   y otras  maneras  de  asumirse  a sí misma desde la autonomía y la independencia. Es decir, como ser humano con derechos, libertades y oportunidades de crecimiento humano que le permitan cada vez un mejor desarrollo individual, lo cual también se replica en su vida social.

De esta manera, la película retrata diferentes aspectos que caracterizan  –como las han nominado en esta producción-   a las mujeres de verdad.  ¿Pero cuáles son ellas?             Pues todas. Todas  aquellas que tienen objetivos,  defectos  y grandes virtudes, que lloran por alegría o tristeza más no por ser el “sexo débil”, las que simplemente ríen y hacen felices a los demás, las que a veces dudan pero también son valientes, las que están orgullosas de sí mismas, las que son el soporte de sus hogares, abren su corazón, se enamoran,  son arriesgadas, hacen lo que está a su alcance por quienes aman, las que logran vivir  experiencias enriquecedoras, las que no se avergüenzan de sus orígenes, las que construyen paz, las que  están cargadas de tenacidad, amor, sabiduría y fuerza interior, en pocas palabras,   ellas saben que no son perfectas, solo son la mejor versión de sí mismas.

Por esta y por muchas más razones considero que es de gran importancia el trabajo social, público y privado para capacitar, emplear y  empoderar a mujeres que poseen gran potencial para construir mejores sociedades; desde la base del cumplimiento de sus derechos, necesidades, participación como ciudadanas, no exclusión y  oportunidad de acción colectiva.  Así que… sigamos construyéndonos como las mujeres de verdad que queremos ser cada día, valdrá la pena comenzando por nosotras mismas. Hasta la próxima.

*Imágen: Poster oficial de la película (extraído de google.com)