martes, 2 de diciembre de 2008

“ESCRIBÌ MI HISTORIA EN UN TIEMPO, DE GRAN SOLEDAD…”


Cada día que pasa es una nueva lucha, un nuevo despertar,

una nueva canción… otra melodía.


Su delgada figura, cabello liso, aproximadamente 1.55 metros de estatura e ingenua sonrisa daban cuenta superficialmente de quién era Rosa María Duran.
Sin embargo, no evidenciaban al ser humano que había detrás ni lo que había vivido para convertirse en “artista”. Así la identifican ahora en su “combo”; de esa manera se considera a sí misma, dejando de lado la vanidad, sin creerse “la última coca -cola que salió al mercado”.

A esta joven intérprete de pop-rock y baladas románticas le ha tocado pasar las duras y las maduras para salir adelante y convertirse en la cantante urbana que es. Su pasado está marcado por la pobreza entre otras necesidades.
Desde pequeña Rosa María ha cantado en el transporte público. A los nueve años, la vida la enfrentó a una orfandad inesperada y la obligación de encargarse de Alberto, su padre, único pariente con el cual contaba. Hasta hace 4 años, él había sido su principal razón para dedicarse al canto en el transporte público; antes de que los malestares de la vejez lo llevaran hacia la muerte. Motivada por Alberto, Rosa María entonó un canto a la esperanza, la vida y el amor; el mismo que no encontró en Matilde, su mamá.
El continúo maltrato físico y verbal de Alberto, en sus tiempos de alcoholismo, llevó a Matilde hace diez y siete años a tomar una decisión…irse del lado del hombre que nunca la valoró como esposa y madre de Rosa María. Algo que ella quizá olvidó en su determinación fue llevarse a la niña -de quince meses de nacida- en el emprendimiento hacia un nuevo rumbo. Prefirió marcharse cualquier día y rehacer su felicidad, formar otra familia y olvidarse de “Rosita”.
La nostalgia ser expresa en su rostro al recordar aquella primera experiencia frente al público. El repertorio conmovió a las únicas cinco personas que se movilizaban esa tarde en un viejo bus cuyo destino era Fontibon. La canción…una ronda infantil que había aprendido en la escuela donde realizó la primaria. Gracias a su carisma recogió $ 300 producto de una improvisada, pero aplaudida, presentación musical.
Isabel, mamá de una amiga de infancia, fue quien le enseñó a tocar guitarra. Con el tiempo Rosa María ganó habilidad vocal, se fueron dando las cosas gracias a los consejos de otros artistas urbanos. El entusiasmo y la vena artística despertaron cuando escuchó a Yuri, Shakira, Selena y otras cantantes que en la época, años noventa, fueron el “boom” del momento.
Ella siempre ha vivido en Engativa, un sector ubicado al noroccidente Bogotano, y desde niña se ha formado con ayuda de vecinos y amigos. Personas que, en la medida de sus posibilidades, no le han negado un plato de comida, un lugar seguro donde dormir y entre las cosas más valiosas…el afecto, la compañía y el respaldo en momentos en que las tribulaciones han llegado a robarle la calma y serenidad que la caracterizan. Como es normal, esta ayuda no la ha podido recibir siempre, las precarias condiciones económicas no lo han permitido.
A sus casi19 años, Rosa María sabe lo que significa el desamor de una madre, la muerte de su papá, pasar hambre, no tener oportunidades de culminar los estudios y trabajar para sobrevivir. Al igual que a un amplio número de jóvenes y artistas urbanos, no ha tenido la certeza de un futuro asegurado. Aun así, ella ha superado varios capítulos de su vida con valor, constancia, coraje y la compañía que su padre le brinda desde el cielo.
Cabría preguntarnos ¿Cómo seres humanos -como Rosa María- logran sobrellevar la adversidad mejor que cualquier otro? Según la psicóloga Martha Ríos esto recibe por nombre “resiliencia”. Un concepto que desde la ingeniería refiere a la flexibilidad y soporte de los materiales de construcción. Asimismo, existen seres humanos que poseen esa capacidad de resistir, no por masoquismo, sino por un alto grado de fortaleza interior y un fuerte sentido de superación para ganar las batallas que les impone su propia guerra.
Como dice Ilona, una de sus ídolos musicales, quien también inició su carrera musical en las calles bogotanas y todo un ejemplo de vida a seguir, “escribí mi historia en un tiempo, de gran soledad…” historia que se ha convertido con los años en la materialización de sueños de infancia gracias al espíritu joven y aventurero, al talento, la constancia, la motivación, el amor por su trabajo y principalmente por una sorprendente cuota de fe.
A pesar de no tener representación de una disquera y estar fuera del listado de nominados a los premios Grammy, Rosa María es una artista digna de ser aplaudida y admirada. Es una experiencia agradable escuchar la armonía de su voz mezclada con el sentimiento que le imprime a las notas de su guitarra.
A todos aquellos que algún día han apoyado cantantes urbanos como Rosa María, me permito repetir la frase con la cual ella culmina toda canción ¡Que Dios les pague!
¡Ah!, y disculpen por robarles un minuto de su valioso tiempo.

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